miércoles, 28 de diciembre de 2011

Pastel Salado


¡Feliz Navidad a todos! Sé que llego un poco tarde pero… he venido lo antes posible y es que entre preparar los regalos, la cena de Nochebuena y acudir a las varias comilonas familiares no me había podido pasar por el blog para desearos una feliz Navidad. Pero como todavía estamos ahí entre Fin de Año y Reyes creo que llego a tiempo.

Antes que nada, no quisiera quedarme sin enseñaros el regalo que me ha hecho mi amigo invisible que hemos organizado entre el grupo de compañeros de la universidad:

Sí, 50 fichas de postres, muchos de los cuales tengo ganas de probar como la Creme Brulé, la crepe Suzzet, los parfait que me resultan muy apetecibles… Bueno, 50 postres en total que se dividen en categorías varias como clásicos, cremosos, con fruta (que son un poco más light y ¡menos mal porque algunos cuando lees el aporte calórico te echa para atrás!), refrescantes… Total, que un regalo de lo más interesante y, además, acertó no solo por el contenido de la cajita sino por la cajita en sí, con foto de cerezas, una de mis frutas favoritas junto con la granada. Es que como la fruta de temporada que solo puedes comer unos meses al año... no hay nada. Es un "placer" esperar a que sea su tiempo de nuevo y disfrutarlo en las mejores condiciones.

Bueno y vayamos a lo que nos interesa de este post que es la receta y no mis gustos "frutales" que empiezo a desvariar y no paro... Hoy os traigo un pastel salado que hemos preparado para la “sección” de canapés en la mesa de nochebuena. Existe también una versión con salmón, pero como a mí el salmón ahumado no me va mucho.... Cocinado el salmón me encanta pero así me cuesta mucho acercarme a él; el sabor es demasiado fuerte para mi gusto.

Para este brazo hemos utilizado un pan de molde muy largo, que compramos en Makro y que facilita bastante el trabajo ya que no tenemos que preocuparnos por juntas que queden separadas y demás. El relleno es el de un brazo de gitano salado que prepara mi madre pero que hemos pensado hacer así. La decoración, si he de ser sincera, la hemos copiado de los pasteles salados de la pastelería de El Corte Ingles.

INGREDIENTES

Para la crema de untar:

Queso crema normal

Queso crema a las finas hierbas

Mayonesa

Para rellenar:

Alcaparras

Atún

Jamón cocido en finas lonchas

Lechuga en juliana.

Surimi rallado.

Para decorar:

Gambas o langostinos cocidos

3 o 4 huevos duros (según el tamaño del pastel)

(Es difícil dar una cantidad exacta de los ingredientes ya que se hace “a ojo” y dependerá del número de personas.)

PREPARACIÓN:

1. Preparamos una mezcla con queso crema normal (algo más de media tarrina de 350g), queso finas hierbas (la tarrina de 150g entera) y 6 o 7 cucharadas soperas de mahonesa (nosotros utilizamos la de la marca ligeresa porque nos gusta el toque avinagrado que tiene). Si queremos que la mezcla quede más ligera añadiremos más mahonesa. Esto es en nuestro caso, dependerá del número de comensales, si es como canapé o como ración individual... Nuestro pan estaba cortado a la medida de la bandeja, es decir, medía 31 cm de largo.

2. Untamos la primera rebanada de pan (en nuestro caso es un pan de molde muy largo adrede para canapés pero se puede hacer con el normal intentando unir con cuidad de que no se desmonten las lochas) con la mezcla y repartimos el surimi (que cubra pero que tampoco tape todo el pan), unas cuantas alcaparras y lonchas de jamón. Para la siguiente capa untaremos el pan por los dos lados. Para el lado que estará en contacto con la capa anterior pondremos menos cantidad de crema.

3. En la siguiente capa repetimos pero en vez de surimi ponemos atún.

4. en esta capa pondremos surimi, alcaparras, la lechuga picada finamente y otra capa de jamón.

5. en la cuarta y última capa repetimos el relleno de la primera (o cualquier variante que nos guste), tapamos con otra rebanada de pan y decoramos.

DECORACIÓN: Untamos el resto de la crema por todo el pastel de modo que tanto los bordes como la parte de arriba estén cubiertos con una ligera capa. Rallamos los huevos duros y cubrimos el pastel con ellos. El huevo, gracias a la crema, se pegará muy fácilmente. Rematamos con unos langostinos cocidos pelados por la parte de arriba y algo de lechuga para decorar la bandeja.

Espero que os haya gustado la receta, a nosotras nos gustó mucho porque queda muy jugoso y, sobre todo, muy vistoso (queda bastante alto también). Es, además, muy refrescante. Lo hicimos un par de días antes y, el día de navidad que nos comimos el poco que quedó, estaba todavía más bueno que la noche anterior así que recomendamos hacerlo con un par de días de antelación.

Creo que es una buena opción para los entrantes de Nochevieja ya que se puede poner en el medio de la mesa e ir cortando porciones como cada uno quiera, o bien servir el plato como entrante con una porción para cada comensal. Otra posible presentación sería hacer pastelitos individuales del ancho de media rebanada de pan de molde, que bien seguro quedarían muy cucos cada uno con su cubierta de huevo y su langostino.

¡Buen provecho!

P.D: por si no vuelvo antes del día de Año Nuevo aprovecho también para felicitaros el año con este post.


domingo, 18 de diciembre de 2011

Galletas de mantequilla

Este sábado pasado vino un pequeño caleidoscopio de visita, mi prima pequeña. Teníamos un plan de chicas: hacer galletas decoradas con chocolate y merendar con nuestra familia, algo muy apetecible cuando viene el frío del invierno y la cocina queda calentita con el horno.... Lo pasamos muy bien cortando las galletas, mirando a ver con qué mini formas – trajo unos cortadores chiquitines que eran muy graciosos- aprovechábamos los huecos que dejaban las galletas grandes… fue muy divertido, la verdad. Nunca había “cocinado” con ella y fue una experiencia diferente y descubrí que es cierto aquello de que a los niños les gusta la cocina y mancharse de harina.

¡Ah! Y tenía, literalmente, mariposas en el estómago porque uno de los cortadores tenía esta forma e hicimos muchas, muchísimas. Y como son tan “monas” pues me zampé un montón.

Me metí bastante temprano en la cocina para preparar la masa para la tarde cuando viniera y es que, no sé por qué, ya me suponía que era bastante entretenida. Así fue. Aunque supongo que el hecho de que mi batidora sea bastante vieja también ayuda ya que acabé amasando a mano, pero como así es como se ha hecho toda la vida pues… más artesanales las galletas. No es para nada difícil pero es laboriosa y entretenida. Además, hay que tener tiempo por aquello de que hay que dejar enfriar la masa en la nevera.

Cuando por fin estaban ya horneadas decidimos decorarlas con chocolate blanco y con leche. Lo derretí, lo metí en los biberones y hasta ahí todo bien pero el problema empezó cuando ya habíamos decorado dos o tres… el chocolate empezó a ponerse muy duro y ya no salía por las boquillas… así que ahora estoy buscando algún método, o algo que se le añada al chocolate, que haga que no espese pronto pero que al final se haga duro… ¡Con lo bonitas que nos estaban quedado! Los patitos con ojitos y alitas, las flores con el centro de chocolate blanco… Mi idea era decorar las grandes con dibujos navideños, pero otra vez será. ¿Sabe alguien algún truco para evitar que se enfríe tan pronto el chocolate? Aparte de hacer esto en el mes de agosto, claro.

Las foto las hice conforme las sacaba del horno porque ella se llevó una buena parte y nos comimos otra… si otro día hago más ya actualizaré esta entrada con ellas.

La receta es la archiconocida del El rincón de Bea aunque la modifiqué un poco poniendo algo menos de harina, un poquito más de leche... pero ningún cambio relevante ya que, al ser la primera vez, no me la quería jugar. Supongo que, más adelante, conforme adquiera experiencia iré atreviéndome con variaciones en recetas.

INGREDIENTES

250 gr. mantequilla a temperatura ambiente

250 gr. azúcar glass

· 1 huevo XL a temperatura ambiente (¡Por fin puedo usar “mis” huevos!)

· 600 gr. harina tamizada

· 1 chorrito de leche para ligar la masa (en mi caso el equivalente a unas 6 o 7 cucharadas soperas)

· 1 cucharada sopera de extracto de vainilla (puede ser cualquier otro aroma)

(Blogger va fatal y hace lo que le da la gana con el tamaño y la tipografía)


PREPARACIÓN.

1. Batimos la mantequilla un par de minutos a velocidad media (en mi batidora) y vamos bajando lo que quede en las paredes con una cuchara hasta que quede esponjosa y suave.

2. Bajar la velocidad al mínimo y añadir poco a poco el azúcar glacé tamizado hasta que se integre bien, si hace falta despegamos lo que quede pegado al bol para que se integre todo bien, cosa que tardará un poco. Subimos la velocidad otra vez a “medio” y batimos, esto durará unos 3 minutos como mucho y la “masa” debe haber blanqueado, aumentado de volumen y estar esponjosa.

3. Bajamos de nuevo la velocidad al mínimo e incorporamos la esencia y el huevo ligeramente batido poco a poco y batimos hasta que haya se haya mezclado bien.

4. Ahora, a la velocidad más baja posible (o eso indica Bea en su blog), la mía es el mínimo porque mi batidora solo tiene 3 velocidades vamos añadiendo la harina a cucharadas (yo cambié las varillas por las de amasar). Cuando vamos llegando al final de la cantidad de harina se quedará la masa como si fueran migas, es entonces cuando añadimos el chorrito de leche (unas 3 cucharadas, 6 en mi caso). Si es necesario terminamos de amasar a mano como en mi caso.

5. Hacemos una bola con la masa, la partimos en 4 y estiramos (entre los papeles de horno, por ejemplo) cada uno de ellos por separado. Una vez estirada, lo llevamos a la nevera para que endurezca, nos sea más fácil cortar las galletas y no pierdan la forma al hornearlas (aunque también podemos, una vez cortada, llevar la bandeja unos 10-15 minutos más a la nevera).

Al igual que con la masa de las galletas para pistola he probado a congelar una parte de esta a ver qué tal queda para próximas hornadas.

NOTA: con respecto a la harina, yo use 50 gramos menos que la receta original y el doble de leche, y me gustó mucho la textura con la que salieron las galletas, así que supongo que, si las vuelvo a hacer, pondré estas mismas cantidades.

HORNEADO: en mi caso 8 minutos a 160-170º las grandes, 5 minutos las pequeñas (que eran diminutas). Probablemente en vuestro caso sean unos minutos más a 180 pero… ¡Cada horno es un mundo!


Me gustaron bastante estas galletas, sobre todo la textura tan crujiente que tienen, aunque, la verdad, prefiero las de la pistola, me gusta más su sabor, más intenso a mantequilla. Cuando pasan un par de días están mejor que recién hechas porque los sabores son más intensos y, contrariamente a lo que esperaba, están más “duritas”.

Creo que voy a probar con las cookies, que me gustan mucho en general, y me encantaría conseguir algún día la textura de unas que preparan en unas franquicias que hay en las estaciones de tren principales de Londres que, además de unos helados de nata enormes y magníficos, venden unas galletas… ¡Espectaculares! Crujientes pero a la vez con ese toque ¿”chewy”? (sinceramente, en español sería algo así como chicloso o gomoso pero creo que estas palabras tienen un significado demasiado negativo para describir algo que me gusta tanto), con grandes trozos de chocolate y frutos secos.

Estas galletas son un intento de las "Espirales de Nutella" que hizo Davinia de Cupcakelosophy, pero se le parecen más bien poco, posiblemente porque no refrigeré la masa una vez enrollada. En este caso lo único que hice fue untar con Nutella la masa, enrollar y cortar en rodajitas de poco menos de 1cm. Están muy buenas pero la próxima vez pondré más Nutella y apretaré un poquito más al enrollar.

Esta semana, para acompañar estas galletas, además de una taza de té rojo especiado (que contrasta muy bien con el dulce) os recomiendo la lectura de Viento del este, viento del oeste de Pearl S. Book, uno de mis libros preferidos desde que, hace muchos, muchos, años, me lo dio mi madre.

¡Un saludo y buen provecho!

martes, 13 de diciembre de 2011

Mermelada de calabaza

¿Os he dicho alguna vez cuánto me gusta la calabaza? Bueno, a los que me conocéis seguro que muchas, muchísimas veces y estáis acostumbrados a verme con mi “tuper” de calabaza asada para merendar o almorzar. Y es que la calabaza es un producto de muy bajo aporte calórico que, además, tiene muchas vitaminas y es un fantástico quita hambre debido a la cantidad de fibra que contiene, que hace que nos saciemos más deprisa.

Como iba diciendo… me encanta la calabaza: asada, en sopa, en crema/puré, añadida en pasteles varios… vamos que me gusta tanto en su versión dulce como salada pero lo curioso es que nunca había oído hablar de la mermelada de calabaza. ¡Yo! ¡A mí que me encanta! Y no sabía que se hacía mermelada. Era obvio que sí porque se hace de casi cualquier producto de temporada pero… no, no se me había ocurrido y un día, comiendo, mi abuelo la nombró y yo pregunté cómo se hacía. Y aquí me tenéis con esta receta de mermelada de calabaza. La hicimos (sí, en plural porque me echó una buena mano mi madre que yo en el tema mermeladas, conservas y demás ando un poco pez) el mismo día que hice las galletas del post anterior y la verdad es que es muy sencillo. Creo que no será la última mermelada casera que prepare porque me gusta mucho la idea de saber qué lleva lo que estoy comiendo y en este caso simplemente es calabaza y azúcar: ni conservantes, ni colorantes, estabilizantes…

Debo añadir que para mí es bastante fácil conseguir calabazas de buena calidad porque mis tíos, entre otros cultivos, las plantan y este año están saliendo buenísimas y muy muy dulces en las dos variedades. Así que la mermelada está dulce no solo por el azúcar sino por el propio alimento…¡Qué dulzor!

Bueno y ahora sin más dilación… los INGREDIENTES:

1 kg de calabaza pelada y en daditos.

500 de azúcar.

Canela en polvo al gusto (o una ramita)

Un chorrito de zumo de limón.

Un poquito menos de un vaso de agua.

Preparación.

  1. Ponemos todo en una cazuela a fuego medio unos 25-30 minutos, removiendo de vez en cuando. Cuando veamos que se ha deshecho la calabaza y quede una especie de crema densa, con hilitos, estará lista.
  2. El procedimiento que yo os indico es el rápido pero también hay otro modo más lento que sería dejar la calabaza pelada con el azúcar toda la noche para que fuese soltando jugos y diluyéndose.
  3. Para que la mermelada se nos conserve es muy sencillo: la introducimos en botecitos esterilizados, los tapamos bien y los metemos en una olla con un trapo en el fondo (para que el cristal no toque el metal) con agua que los cubra. Cuando empiece a hervir lo dejamos unos 20-30 minutos y ya tenemos lista nuestra conserva.

La textura de esta mermelada es más suave que la de otras muchas frutas, es más similar a una crema, y se parece mucho a comer calabaza asada con azúcar y canela solo que untada en el pan. Os la recomiendo.

CONSEJO: para quienes les guste utilizar calabaza asada en repostería (mi madre, por ejemplo, hace un bizcocho con calabaza como sustituto de la leche) pero les dé pereza estar asándola continuamente un buen consejo es asar una cantidad, sacar toda la pulpa y congelarla en bolsitas de la cantidad necesaria, de 250- 500g, por ejemplo.

P.D: mientras escribo este post me estoy comiendo un buen trozo de calabaza asada. Era de una enorme de la que comieron 8 personas y aún sobró. Veredicto: deliciosa.

¡Un saludo y buen provecho!

P.D2: En próximos posts más galletas y, al fin, algo salado.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Fuerzas galleteras armadas



¡Ay! Hoy por fin vuelvo a poder pasarme por aquí que llevo unos días con muchas cosas entre las clases, trabajos, estudiar ya... que no me da tiempo a nada, pero no quería descuidar el blog, así que aprovechando el puente me he puesto manos a la obra.

¡Mirad lo que me he comprado!

Sí, ¡Una pistola para hacer galletas! No sé cómo, ni cuando ocurrió. Pero de repente la vi en la ferretería de al lado de mi casa y todos los días al ir clase la pistola me miraba y yo, ¡le devolvía la mirada! La segunda historia de amor surge cuando la pistola mira a mi madre, mi madre le devuelve la mirada y dice: “y esas galletas ¿se hacen con ese aparatito?” (o algo así) y decidimos comprarla. Y yo doy saltos de felicidad porque me hace ilusión hacer galletas armada con una pistola. Está bastante bien y, además de las formas para galletas, lleva unas boquillas decoradoras que tengo también ganas de probar porque eso sí que no sé cómo será, con la manga pastelera me voy a aclarando y veo complicado usar la pistola pero es posible que sea mucho más sencillo de lo que imagino.

Ya la tenía desde hace unos días en casa así que ayer fue el gran día: ¿saldrán? ¿no saldrán? Aiss… había leído opiniones de todos los colores: que si se pegan, que si no salen, que si… Pero no importaba, yo quería probar a toda costa y la verdad es que quedaron… ¡EXCELENTES! El sabor mantequilla-vainilla es intenso y la textura es peculiar: se deshacen en mil miguitas al morderlas.

Ojala todos los ejércitos fueran de las fuerzas galleteras armadas y en vez de balas dispararan galletas…todo nos iría mejor. ¿O puede que no? Supongo que también sería un problema comer galletas a todas horas todos los días del año...

La receta la tomé del blog Kanela y Limón porque todas las recetas que había visto procedían de allí así que no dudé un instante y allí que me dirigí. No he hecho la medida entera, sino la mitad y me han salido unas 40 galletitas más un poco de masa suficiente para llenar otra vez la pistola que he probado a congelar para ver qué resultados da así. Así que, como veis, si hacemos la medida entera podremos regalar galletas a todo el barrio y que nos sobren para la hora del té/ merienda.

INGREDIENTES

170 g de mantequilla

125 g de azúcar

260 g harina

2 cucharadas soperas de leche

1 cucharada sopera de esencia de vainilla

1 huevo (L)

La preparación de la masa es muy sencilla, la voy a poner por puntos porque así es como yo me apunto siempre las recetas y resulta más fácil seguirlas:

1. Batir a velocidad máxima la mantequilla, que deberá estar a temperatura ambiente, con el azúcar hasta que blanquee y quede cremosa (unos 10 minutos aproximadamente).

2. Añadir la leche y la esencia de vainilla y batir un poco hasta que se integre.

3. Añadir el huevo (a temperatura ambiente también) y batir hasta que esté bien mezclado.

4. Añadir la harina tamizada junto con la levadura poco a poco. Yo en este momento cambié las palas de batir de mi batidora por las de amasar pero supongo que esto dependerá del modelo, la potencia… y he de decir que la mía es buena pero viejita ya. Al final hay que acabar de mezclar todo con la espátula.

5. Tendremos una masa cremosa pero fácilmente moldeable por lo que haremos cilindros (bueno, lo que a cada uno resulte más cómodo) e iremos introduciéndolos en la pistola.

6. ¿Cómo hacemos funcionar la pistola? Se supone que un tiro, una galleta pero en mi caso había algunas formas que necesitaban dos tiros. Hay que poner el aparato vertical, “disparar” y retirar de un movimiento seco.

NOTA: para la bandeja no hay que usar papel, ni engrasarla, ni tapetes de silicona porque la galleta no se adhiere a la superficie. Para que no se peguen a la bandeja nada más sencillo que soltarlas (o pasarlas a la rejilla) recién salidas del horno.

Hasta aquí llega mi aventura galletera de hoy. Creo que iré probando variaciones (con cacao, más harina, menos…) hasta encontrar una pasta de té que realmente me guste y me recuerde a esas de la caja metálica de toda la vida. Eso sí, no dudéis en poner un poco de mermelada en algunas antes de meterlas al horno porque están deliciosas ¡mis favoritas sin duda! Y se acercan bastante a las que la llevan de las cajitas. También podéis bañarlas en chocolate, coco o lo que tengáis por casa.

La aventura galletera que “prometí” en el post anterior no pudo ser por problemas logísticos, pero que espero poder realizarla algún día.

Prometo traer cosas saladas de nuevo (tengo algún proyecto en mente ya) porque he cogido carrerilla con el dulce y... sinceramente, el salado si está bueno es algo que me encanta (¡aunque a chocolatera golosa no me gana nadie!).

Ah! Casi se me olvidaba… un libro excelente para acompañar estas galletas con un buen té es Arráncame la vida de Ángeles Mastreta, un libro que me hicieron leer en la carrera y que me conquistó desde las primeras páginas con el entrañable personaje de Catalina.

¡Salud y buen provecho!