domingo, 11 de noviembre de 2012

Brownie de manzana para el Día del Brownie

Pensaba que no llegaba. Que materialmente era imposible sacarle más horas al día de hoy preparar un brownie para "el autoproclamado día del brownie" que organiza El monstruo de las galletas para en el que me hacía ilusión publicar algo, pero al final todo ha ido mejor de lo que esperaba y he podido sacar un ratito para hacerlo. La verdad es que ha sido también gracias a que he tenido una pinche muy rápida: he cogido a mi madre para que fuera laminando y rayando las manzanas, pesando la harina... mientras yo iba haciendo el resto. Así me ha cundido mucho y en nada lo tenía listo. Así que la entrada va a ser rápida. Foto y enlace a la receta porque no me puedo entretener mucho más hoy, pero la ampliaré en días próximos y explicaré cómo lo hice yo y los posibles fallos que he cometido.


Como se ve, es un blondie de manzana caramelizada (bueno, si se ve...), que he sacado del blog My sweet carrot cake, hubiera querido preparar algo más original y elaborado, pero como era misión imposible... lo dejo para otro día, porque este ha sido un éxito total y absoluto en mi casa, ¡seguro que repetimos!

(editado 31/03/2013)

Vamos con la receta, es sencilla aunque un pelín laboriosa al tener que hacer la cobertura. De hecho mi fallo principal estuvo en ella, aunque, haciendo honor a la verdad, era un fallo pasable, pues estaba igualmente de muerte. Quisiera volver a prepararlo para ver cómo queda haciéndolo "bien" pues allá donde lo probaron fue todo un éxito. 
Personalmente creo que se trata más bien de un bizcocho de manzana con una cobertura maravillosa ya que los brownies/blondies no tienen esa textura abizcochada y tierna, sino más bien compacta y húmeda.

INGREDIENTES (para un molde cuadrado de 20 x 20cm):

-Para la cobertura 
           85 g de azúcar moreno
          50 g de mantequilla
          1 manzana 

-Para el blondie: 
          120 g de mantequilla
          175 g de azúcar moreno
          2 huevos batidos
          200 g de harina
          1 cucharadita de levadura
          1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
          1 + 1/2 cucharadita de canela
          2 manzanas
        85 g de avellanas tostadas y picadas (a mí apenas me quedaban avellanas así que le puse muy poquitas y un poco de almendra...)


PREPARACIÓN
  1.  Preparamos la cobertura. Para ello, laminamos una manzana, sin pelar, preferiblemente con la mandolina*, a la que habremos quitado previamente el corazón y reservamos. Ponemos en un cazo el azúcar moreno con la mantequilla a fuego lento** y removemos hasta que se haya disuelto por completo. Repartimos este "caramelo" por el molde y disponemos sobre este, de forma ordenada, las láminas de manzana. 
  2.  Para la masa batimos la mantequilla, a temperatura ambiente, con el azúcar. Cuando la mezcla "blanquee" añadimos los huevos uno a uno.
  3. Tamizamos la harina, el bicarbonato, la levadura y la canela y lo incorporamos a la mezcla anterior. 
  4. Una vez integrado añadiremos las dos manzanas, que habremos pelado y rallado previamente, junto con los frutos secos picados. Mezclamos bien y vertemos en el molde. 

Horno: 180º    

Tiempo: 30 minutos aproximadamente. La receta original indica 35-40', pero ya conocéis a mi horno... Yo a los 30' lo saqué porque estaba doradito por arriba y el palillo salía limpio. 

NOTAS: * la mandolina es uno de mis imprescindibles en la cocina junto con la plancha eléctrica y alguna cosita más. Algún día os hablaré de lo que más usamos en la cocina y por qué. En este caso agiliza enormemente el trabajo dando además una presentación uniforme y "profesional". Recomiendo para esta receta la posición de 3-4 mm ya que con este grosor podemos apreciar la textura de la manzana junto con la del bizcocho en cada bocado. 
** Aquí cometí el principal error ya que al ir con prisa no lo puse a fuego lento sino fuerte y no conseguí que el azucar se derritiese e integrase en la mantequilla sino mán bien una especie de caramelo grumoso en el que se notaban los granitos del azúcar. Lo utilicé de todos modos y como en el horno se funde un poco más no quedó mal, pero hubiera preferido que no estuviera esa "costra" de granitos de azúcar que se puede apreciar en la imagen.

Un saludo rápido, 
Caleidoscópica. 

martes, 23 de octubre de 2012

Cupcakes de chocolate con leche



La verdad es que tenía ganas de preparar unos cupcakes desde hacía día. Me apetecían pero estaba un poco desanimada ya que los que había hecho hasta ahora no habían estado mal, sobre todo el tema de la magdalena, pero pensar en hacer un buttercream que no fuera de queso (que sí me gustaba y lo encontraba suave y manejable) me llevaba por la calle de la amargura. Bueno, no para tanto, pero me echaba un poco para atrás porque siempre me sale poco manejable con la manga, un poco duro, arenoso incluso por el azúcar a pesar de tamizarlo bien... Culpaba de ello a mi batidora de varillas normales, la que recuerdo desde pequeña y que era de mi abuela, que siempre ha funcionado genial para todo pero con el buttercream ni fu, ni fa.

Sin embargo, esta semana estaba casi decidida, además había visto una receta que me parecía interesante –ahora entenderéis por qué- aunque no llevaba lo que yo quería: en vez de chocolate en polvo chocolate fundido en la masa. Una vez elegida la receta de la magdalena se me ocurrió pensar que se podía hacer un buttercream con chocolate fundido que quizás quedara suave y muy chocolateado sin tener que añadirle más textura con el cacao en polvo… recordé que hace bastante tiempo Alma de Objetivo cupcake perfecto había hecho uno, lo busqué, lo adapté y salió perfecto. Suave, casi sin textura granulada, sin nada de sabor a mantequilla, solo a chocolate con leche. La verdad es que había subsanado algunos de los fallos que cometía anteriormente casi sin darme de cuenta y se notó. Incluso la decoración la he mejorado notablemente, aunque, como casi no preparo, mi manejo de la manga es susceptible de mejora. Aquí tenéis la muestra:
¿¡Habéis visto que mantelitos más monos me he encontrado por casa?!
¿¡Habéis visto que mantelitos más cucos he encontrado por mi casa?!

Por cierto ¿alguna vez os he contado cuánto me gusta el chocolate? Supongo que sí, pero por si no lo sabíais es algo sin lo que no puedo vivir. Puedo estar a dieta y no comer nada de dulce, pero como me quiten el chocolate… me gusta tener siempre en casa alguna tableta de buen chocolate para coger un pedacito de vez en cuando (más de vez que de en cuando jajaja). Soy de las que huyen del chocolate blanco y del chocolate con leche y se lanza en plancha sobre cualquier tableta cuya proporción de cacao sea del 70% o superior. El 99% es alucinante. Como habréis adivinado me gustan los sabores amargos: café, chocolate negro, té, Heineken, yogur blanco natural... ese tipo de sabores. Ahora tengo en casa, que las trajeron mis padres de Bélgica este verano, unas tabletas de Cote d’Or que son simplemente maravillosas: una de ellas de chocolate “con leche” y avellanas y tiene una proporción altísima de cacao que hace que no sea para nada empalagoso y carezca del punto graso habitual. Mi madre me contó que en Bélgica están obligados a poner un mínimo de cacao en todos los chocolates, y se nota, creedme.

            Ahora sí que vamos con la receta. La saqué del blog Cannella Vita, que me tiene enganchadísima, esta “cocinera adolescente” prepara muchas cosas y entre ellas esta genial receta para ¡solo dos cupcakes de chocolate! Sí, sí, nada de 8, 12 o 24… solo 2, como ella dice: “uno para ti y otro para compartir”. Os la pongo directamente en spoons porque resulta comodísima para medir, son muy pocos ingredientes, ni siquiera lleva huevos, y no se ensucia prácticamente nada.
Unos cupcakes bonitos ¡al fin!

INGREDIENTES para dos ricos y esponjosos (si no os pasáis con el horno) cupcakes:

3 tablespoons harina
2 tablespoons azúcar
1 1/2 teaspoons cacao en polvo
1/8 teaspoon bicarbonato
una pizca de sal
2 tablespoons agua fría
1 tablespoon aceite de girasol
1/16 teaspoon vainilla
1 tablespoon  perlas de chocolate

Tablespoon = cucharada sopera         teaspoon= cucharadita de postre

PROCEDIMIENTO paso a paso

  1. Precalentamos el horno a 170º
  2. Mezclamos todos los ingredientes secos en un bol o taza
  3. En otro bol o taza mezclamos bien los ingredientes húmedos. Añadimos los secos y mezclamos bien intentando que no queden grumos. Os quedará una masa densa. Añadimos, si nos apetece, una cucharada de perlitas de chocolate.
  4. Horneamos 18 minutes o hasta que la brocheta o palillo salga limpio. Mi horno como siempre es una bala y se me tostaron un poco los bordes, pero por el centro estaban muy tiernos.
  5. Dejamos enfriar antes de decorar.

El buttercream lo adapté de la receta que os he dicho reduciendo las cantidades, poniendo algo menos de azúcar y un poco más de chocolate. Sabía realmente a chocolate con leche, y eso era lo que pretendía puesto que eran para compartir con mi chico y a él el negro no le gusta demasiado.

INGREDIENTES para decorar 3 cupcakes (me sobró un poco al decorar los 2): 

65 gr de mantequilla a temperatura ambiente (yo la saqué una hora antes, estaba muy blanda y ¡así fue como me quedó bien la crema!)
55 – 60 gr de azúcar glacé bien tamizado.
35 gr de chocolate con leche (usé el de la marca Lindt)
1/3 cucharadita de leche
1/3 de cucharadita de esencia de vainilla.

Para preparar la crema:
1.      Ponemos el chocolate al baño maría hasta que esté derretido y lo dejamos templar, sin dejar que solidifique de nuevo.
2.      En el bol de la batidora añadimos el resto de ingredientes (yo añadí poco a poco el azúcar porque no quería poner los 65gr y eché menos) y batimos primero a velocidad suave y después más lenta hasta que la mezcla blanquee y haya doblado su volumen (esta vez sí conseguí que todo esto pasara y tuviese textura como de helado).
3.      Una vez se haya enfriado el chocolate lo añadimos y batimos un par de minutos más y veremos como la crema engorda un poquito más.

Espero que os hayan gustado y que os sea útil la receta para cuando no queréis estar preparando y decorando tropecientos cupcakes bien por falta d

¡A comer!

¡Salud y buen provecho!

Caleidoscópica.

martes, 16 de octubre de 2012

Crema de calabacín



Parece que por fin refresca. Aunque no sé si fiarme… hace un par de semanas o tres también lo hizo para luego volver el calor con mayor fuerza. La verdad que la gran mayoría de amantes de invierno y del “buen tiempo” tenemos ganas de que venga ya. Y que traiga con él pequeños placeres como enrollarse en el sofá con una manta (o con la batamanta que parece que no y para esto es muy útil) y una buena taza de té caliente, o de chocolate. Sin embargo, cada año tarda más en venir el frío y eso es algo que de algún modo me angustia: me gusta llevar botas, sombreros, grandes bufandas y guantes de piel, medias de colores y abrigos y la sensación de abrigo que todo esto conlleva, pero hoy por hoy y hasta dentro de cómo mínimo un mes esto parece casi imposible. Hace tan solo unos días seguíamos alcanzando temperaturas de 29ºC a mediodía aunque estemos ya a mediados de octubre. 

            A pesar de todo lo anterior, que os preguntaréis a qué venía, empiezan a apetecen algunos platos más calentitos que las ensaladas de pasta o que unos huevos rellenos, así que estreno la sección de cremas y purés con esta crema de calabacín. Es uno de mis platos preferidos. Bueno, la mayoría de cremás y purés me encantan, hoy mismo he comido un rico puré de verduras y podría comerlos casi todos los días ahora que viene el frío fresco ya que no soy muy de sopas, cocidos y arroces caldosos, aunque los que me gustan, me gustan de verdad. Esta receta es muy fácil y conocida, yo os pongo la que preparamos habitualmente en casa y que se puede variar añadiendo o quitando patata según si queramos una crema con más consistencia y cuerpo o bien estemos a dieta e intentamos dejar los hidratos a un lado. Vamos entonces con la receta y no me alargo más.



INGREDIENTES PARA 3-4 PERSONAS

          4 o 5 calabacines medianos

          1 patata pequeña (aunque si queréis, y podéis, mediana-grande mejor)

          1 puerro mediano (o grande, que a mí me gusta el saber que aporta)

          Un par de quesitos (Light en nuestro caso)

          Agua, aceite y sal

La receta, PASO A PASO
  1. Cortamos los calabacines en trozos no muy grandes. Si son muy verdes y queréis que la crema quede de un color verde muy claro quitáis un poco de la piel. En mi casa siempre la dejamos porque son vitaminas y no nos molesta un verde más oscurlo. Pelamos y troceamos también la patata.
  2. Mientras tanto, ponemos la olla al fuego con un chorrito de aceite en el que sofreiremos el puerro que habremos cortado en finas rodajas.
  3. Añadimos la patata y el calabacín. Añadimos agua que cubra justo la verdura y tapamos la olla (en este caso he usado la rápida). Cuando suba a la segunda ralla del pitorrito bajamos al mínimo el fuego y esperamos 10-15 minutos antes de apagar el fuego definitivamente.
  4. Una vez haya perdido presión la olla, la abrimos, dejamos enfriar un poco y procedemos al triturado. Para ello, lo conveniente es apartar una parte del agua de la cocción ya que así nos aseguramos de que no quede demasiado líquida la crema. Añadimos los quesitos, trituramos y si la queremos más clarita añadimos el agua que hemos apartado y rectificamos de sal.

¡Salud y buen provecho!

sábado, 6 de octubre de 2012

Huevos rellenos tradicionales



La que hoy os traigo es una receta bien facilita aprovechando que aquí en Valencia todavía hace calorcito a mediodía y los platos de caliente más otoñales todavía quedan fuera de lugar. Así que hoy de segundo tocaban estos huevos rellenos. La receta es que siempre ha preparado mi madre en casa y que a mí siempre me ha gustado mucho. Creo que es un plato muy fácil, rápido y resultón, así que aquí os lo dejo.



INGREDIENTES para 4 personas
    4 huevos
    Pimiento asado
    Un par de latas de atún en aceite
    Mahonesa (nosotros usamos siempre Ligeresa por su sabor más avinagrado)

PASOS  a seguir.
  1. Hervimos los huevos, los dejamos enfriar, pelamos, partimos por la mitad y reservamos las claras y una de las yemas para decorar.
  2. Mezclamos las otras 3 yemas con el atún, el pimiento finamente picado, del que habremos reservado un poco para decorar más tarde, y un par de cucharadas de mayonesa o tres. Esto va al gusto de si queremos que el relleno sea más compacto o más cremoso. A nosotros nos  gusta con una textura cremosa. Podemos añadir aceitunas picaditas o alcaparras que aportan un punto de frescor a la crema.
  3. rellenamos el hueco de la yema y un poquito más por fuera con la mezcla anterior.
  4. Decoramos con la yema que habíamos reservado desmenuzada y unas tiritas de pimiento cada huevo. Servimos sobre una cama de lechuga y ¡a disfrutar!
  5. Con lo que sobra en el plato del relleno nos untamos una tostada y ya tenemos una rica merienda.

Está claro que es una receta conocidísima y que todo el mundo tiene la suya particular, pero a mí hoy me apetecía compartir con vosotros la nuesta.

¡Salud y buen provecho!

viernes, 28 de septiembre de 2012

Macarrones con verduras



              ¡Por fin mi vida vuelve a la normalidad! No es que  lo que hago durante el verano sea anormal  pero es que con la conexión Everywhere no me resulta cómodo subir fotos, ni leer otros blogs, así que espero a septiembre para volver a la rutina Blogger (si es que a lo que hago se lo puede considerar, de algún modo, como una rutina). No solo eso, sino que, para mí, entre que acaba un curso y otro, se abre una especie de abismo en el que desconecto de muchas cosas de las que el resto del año no puedo hacerlo. Supongo que será por el hecho de cambiar de casa, de paisaje (relativamente). La verdad es que tengo una sensación mayor de cambio de año cuando empieza un nuevo curso que cuando cambia el año allá por diciembre, así que ahora estoy a la expectativa de lo que me deparará el nuevo año, sin nada seguro más que, que para clase tengo que abrir un blog nuevo y, por tanto, tendré que repartir mi tiempo entre los dos. ¡Ya veremos cómo sale el experimento!
Fotografía editada el 3/4/ 2013, es posible que no se reconozcan los ingredientes de la receta original porque en este caso utilicé otras verduras que eran para otro guiso. 
               
               Hoy os traigo una receta realmente deliciosa con una foto mala, malísima… pero es que tuve que echar mano del teléfono, había poca luz en la pinada… vamos, que para hacerla me tomé mi tiempo, pero para fotografiarla… nada. Espero repetir la receta dentro de poco ya que es una de mis favoritas desde hace años, y hacer una fotografía en condiciones. Os digo que es una receta muy sencilla, una buena forma de comer verduras variadas  y además de aprovechamiento ya que, aunque nosotras intentamos siempre poner los mismos ingredientes, nos puede servir para aprovechar alguna de esas verduras u hortalizas que tenemos muriéndose de risa en la nevera. O en el campo. Porque mi abuelo todos los veranos planta un “campito” en el chalet y nos satura de verduras frescas: tomates, calabacines, berenjenas, pimientos (de asar y de freír) y seguro alguna cosa más que se me olvida. A mí me encantan los calabacines, aunque me gustan más en invierno, y tengo un idilio con los pimientos asados, que nunca os he enseñado pero que preparamos con asiduidad durante el verano. Bien asaditos, hechos en finas tiritas… bueno, dejo ya la descripción que me voy a buscar de inmediato un bote de los que hemos hecho en conserva y me lo comeré. Y es que, aunque los productos que usamos en esta receta no los cogimos de nuestra huerta, es verdad que la gran cantidad de verduras que tenemos que consumir (y regalar) son un buen motivo para aumentar la ingesta de estos alimentos, que a veces quedan un poco olvidados o relegados a simple guarnición, cuando pueden ser los protagonistas totales de una receta. 
                Volvemos a lo de sencilla. Sencilla es, de eso no cabe duda, pero laboriosa también, así que lo mejor es, si no queremos recurrir a la picadora eléctrica (que picaría demasiado las verduras y estas se “perderían” quitándole cierta gracia al plato), preparar este plato un día que dispongamos del tiempo necesario para cortarlo todo pequeñito, pero lo suficientemente grande como para que uno note y diferencie qué está comiendo. 
                 Casi lo olvidaba, creo que la pasta con que preparemos el plato jugará mucho a su favor, o en contra, ya que una pasta de mala calidad, que quede blanda puede hacer que resulte un tanto desagrable degustar de lo que para mí es una delicia, así que prefiero buscar una buena pasta siempre. La elegida son unos macarrones rayados de la marca Barilla con los que quedamos muy satisfechos ya que eran más gruesos que los de otras marcas y su punto “al dente” realmente lo era. La pasta quedó en su punto, enterita y con un buen sabor de base.

INGREDIENTES PARA 4/6 PERSONAS:
-          400 o 600gr  de pasta.
-          1 calabacín mediano.
-          1 zanahoria grande o 2 medianas.
-          4 champiñones grandes
-          1 manojo de espárragos
-          1 cebollita
-          1 berenjena mediana (opcional)
-          Tomate frito (casero o comprado, yo le puse solis que da un toque genial)
-          Sal
-          Aceite
-          Orégano 
PASOS A SEGUIR:
-       Picamos la cebolla finamente y reservamos.
-       Cortamos el resto de ingredientes en cuadraditos pequeños dejando las puntas de los espárragos enteras.
-    Sofreímos la cebolla, añadimos la zanahoria y cuando esta esté medio hecha los espárragos. A continuación, el calabacín y, para finalizar, los champiñones, ya que si los añadimos antes soltarían mucha agua y perdería un poco de sabor el plato. Salamos las verduras al gusto.
-      Añadimos unas 4 o 5 cucharadas de tomate frito (al gusto) y dejamos que la verdura acabe de hacerse por completo. En este momento, si a todo la familia le gusta, añadiremos orégano al gusto; si no, que cada uno se añada el suyo, queda prácticamente igual, quizás un poco menos intenso ya que no habrá “cocinado” ni desprenderá los aromas del mismo modo. Dejamos reposar mientras la pasta acaba de hervir, ya que la habremos empezado a preparar cuando nuestro sofrito esté medio hecho.
-     Servir cada plato de pasta con una buena cantidad del sofrito y espolvorear con queso rayado en polvo (en la foto está mezclada ya la pasta con las verduras, que es lo que solemos hacer cuando somos muchos).

NOTA: del manojo de espárragos podemos aprovecharlo todo en esta receta o bien añadir solo las puntas y reservar el resto del espárrago para otra receta, como un revuelto. Las puntas solo también le dan un buen toque, ya que esto lo hemos hecho algunas veces y casi no se nota la diferencia.
            Es una receta perfecta para el túper y aguanta de un día para otro perfectamente. Yo recomiendo que, una vez hervida la pasta “al dente”, la refresquemos con agua fría y le añadamos un poco de sofrito, reservando el resto en un botecito aparte que añadiremos una vez calentemos la pasta habiéndolo calentado previamente también y queda prácticamente como recién hecha. Lo de reservar una parte del sofrito se debe a que si no la pasta absorbería una gran parte del tomate, quedando seca. 

Esta es la malísima fotografía a la que me refería al principio. He preparado de nuevo la receta y he subido algo "mejor".
          Espero que os haya gustado y que estéis deseando probarla porque sé que os encantará. Además, ahora que los días acortan y viene el mal (bueno para mí) tiempo, uno siempre encuentra algún que otro momento  para dedicarlo a preparar recetas más "entretenidas". 

¡Salud y buen provecho!

miércoles, 8 de agosto de 2012

Ensalada de pasta


Y después de mucho tiempo, espero que ahora sí que venga ya para quedarme (o lo que me permita mi conexión de Internet Everywhere hasta septiembre), os traigo algo bien fresquito para comer alguno de estos días de la ola de calor que parece que se avecina en toda España.
No, no es un helado, aunque también debería haber subido alguno, se trata de una ensalada de pasta que en mi casa (y alrededores) es todo un éxito. A mí me encanta porque es muy fresca y nada empalagosa como otras ensaladas de pasta que van cargadas de salsas a base de mahonesa, salsa rosa… Incluso tengo una anécdota con ella: hice una apuesta con una compañera, si ganaba ella me pidió que llevara a lo largo de esa semana una ración de esta ensalada para comer. Obviamente perdí (¡si es que ella ya lo sabía!) y llevé la ensalada, así que podéis imaginar lo rica que está que ¡la gente incluso la quiere como premio al ganar una apuesta! Jajaja.

La verdad es que no recuerdo cuándo empezamos a prepararla de este modo, pero yo la recuerdo desde hace mucho, mucho tiempo. Recuerdo que hace muchos años comprábamos una ensalada de pasta ultracongelada de Mercadona, que había que hervir y que, con un aliño que preparábamos similar al que le ponemos a esta, estaba aceptable, pero no me gustaban demasiado algunos de los ingredientes que llevaba, como, por ejemplo, judías verdes (que cuando son congeladas quedan blandas) o unos cuadrados de zanahoria que tampoco tenían el punto fresco que la ensalada necesitaba así que, basándonos un poco en ella hicimos nuestra propia versión que, para mí, es perfecta con sus ingredientes: si se le añade algo estará buena, si se le quita también, pero el sabor cambia. De hecho el día que preparé esta que hoy os traigo no quedaban aceitunas y aunque estaba muy buena yo notaba que algo le faltaba… Bueno pues vamos con la receta:

 INGREDIENTES (no hay cantidades porque variará según el número de personas y el gusto de cada uno):

Para la Ensalada:
Tornillos o lazos de pasta
Aceitunas
Alcaparras
Queso fresco
Atún
Maíz
Zanahoria rallada

Para el aliño:
            Un tomate, o dos, maduro.
            Aceite
            Sal
            Orégano
            Vinagre de Módena

Para el “toque”:
            Reducción de Vinagre de Módena (del que está como caramelizado).


            La PREPARACIÓN es tan fácil como hervir la pasta y cortar su cocción con agua fría. A continuación cortamos el queso fresco en daditos, las aceitunas en rodajas y empezamos a añadir todos los ingredientes al gusto. Ya solo queda preparar el aliño, para lo que rallaremos los tomates maduros, añadiremos sal y aceite al gusto, un chorrito de vinagre de Módena y orégano (en mi caso suelo echar una cantidad aceptable ya que me gusta que tenga el sabor de esta hierba pero esto, como todo, va a gustos). Lo batimos enérgicamente para que se integren los ingredientes del aliño y añadimos casi todo a la pasta. A nosotras nos gusta reservar un poco para cuando vayamos a comer la ensalada ya que así estará más jugosa. Ya solo queda meterla en la nevera y en unas horas podremos disfrutar de esta rica (y completa) ensalada de pasta. Como nota personal, creo que de un día para el otro está mejor ya que la pasta coge muy bien el sabor de la vinagreta que hemos preparado. Justo antes de servir le damos el “toque” con la reducción de vinagre balsámico y ¡listo!

            Y sin más, me despido de vosotros hasta la próxima receta.

¡Salud y buen provecho!

martes, 19 de junio de 2012

Sorbete de fresas y queso batido

            Me gustan las fresas. Aunque no me obsesionan como las cerezas. Sí, ya lo sospechaba, pero este año he confirmado que tengo un problema con las cerezas: mi madre compra una buena bolsa por la mañana  y yo por la tarde, si son muchas, en esa tarde y la mañana, he hecho que desaparezcan. Y si no quedan y no han comprado más me entra “la mala leche” porque no sé qué merendar… Aún así, las fresas me gustan mucho, pero reconozco que me gustan más acompañadas que solas y no, no me refiero a las fresas con nata, que si no lo he dicho antes os lo cuento ahora: no me gusta la nata montada, me gusta congelada o líquida, pero montada no puedo con ella. Eso no quiere decir que alguna vez unas fresas con nata no caigan. Pero son especiales: vamos adrede a un horno del pueblo a por la nata, porque es la única que me gusta.
            Fresas con zumo de naranja, con yogur… o en batido. Cuando era pequeña, muchas veces cuando venía del cole mi madre me había preparado un rico batido de fresas y leche o yogur y me encanta ese sabor a fresa natural… odio, como estaréis deduciendo por mis palabras, el sabor a fresa artificial: ni helado, ni chicle, ni batidos…
Ese sabor a fresa natural me transporta a mi infancia y cuando me hago un batido ahora (sí, ahora ya me los hago yo jajaja), no sé por qué, me acuerdo de la cocina de nuestro viejo piso. Es curioso las asociaciones que hacemos entre sabores, situaciones y recuerdos.
            No hace mucho había algo de queso batido 0% en casa que iba a caducar y unas fresas un poco pochas y pensé: mira, creo que poniendo azúcar y un chorritín de leche saldrá un batido rico y así fue. Así que en cuando me compré la heladera que había salido en oferta en el Lidl pensé: como es un tipo de batido “Light” no quedará mal en helado, seguro, y así nos ahorramos una buena cantidad de calorías que si metemos nata. Y aquí tenéis el invento.
            Con respecto a la heladera yo ni me había enterado de que salía. Pero mi chico, que sabe que me encantan los cacharros de cocina, algo que, indudablemente, viene de familia porque poco a poco vamos teniendo de todo, me dijo un “mira qué va a salir” y sin pensarlo más el lunes a las 10 estaba yo ahí comprando la maquinita.
            Su funcionamiento  es tremendamente sencillo: tener la cubeta 24h en el congelador, los ingredientes bien fríos y encenderla antes de echar los ingredientes porque si no se pegarán a las paredes si los echamos con la maquina apagada.

El resultado: no diríamos que es espectacular porque al estar hecho sin nada de grasa es imposible que quede cremoso. Eso sí, da una especie de sensación entre helado de crema, sorbete y granizado que a mí me gusta mucho, porque queda muy fresco, por eso lo he clasificado entre los sorbetes. Le puse poco azúcar, me gusta la fruta ácida, y así ha quedado: para mí perfecto, para los de mi alrededor quizás demasiado ácido.

INGREDIENTES:
200-300gr de fresas maduras
300gr de queso batido 0%
1/2 yogur azucarado
2 o 3 cucharadas de azúcar, aunque si lo queréis hacer light del todo, podéis usar edulcorante.

Ahora solo tenéris que batir todos los ingredientes y a la heladera según instrucciones del fabricante.
          La usé de nuevo, esta vez con un helado hipercalórico, para compensar, que llevaba nata y demás cosas cremosas para ver si queda con un resultado de “heladería profesional” y no me puedo quejar: cremoso, suave, sin cristales... esta semana voy a preparar otro que sí que subiré.
          Volviendo con las recomendaciones de libros, esta semana os recomiendo uno que estoy leyendo yo, La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa, que está resultando mucho más entretenido de lo que parecía en un principio.

Caleidoscópica.

¡Salud y buen provecho!

sábado, 26 de mayo de 2012

Tarta de violetas


¡Hola! No, no se me ha tragado la tierra, ni he desaparecido entre tanto apunte… sigo aquí y hoy os traigo una tarta que es bastante conocida, aunque yo tengo la receta desde hace mucho tiempo guardadita en un cajón para ver cuál era la mejor ocasión para preparársela a mi madre que le encantan estos caramelos y llegó el día de la madre y aunque estaba muy ocupada la hice.
He de decir que es muy fácil y, sobre todo, rápida. Muy rápida. Rapidísima. Es una tarta que admite, en mi opinión, muchas variaciones y que nos puede sacar de algún compromiso ya en la hacemos en una media hora (si llega) y en un par está cuajada y fresquita. Mejor si pasan más horas para que coja los sabores pero así bastaría.

¿Por qué os digo que es tan rápida y fácil? Sábado por la mañana (de hace 2 semanas jajaja) era el último día de congreso, de hecho viernes noche había incluso una actividad nocturna a la que, por supuesto, y con lo que a mí me gusta el teatro, no podía fallar. De hecho ir a esa representación salvó la tarta ya que tenía todo lo necesario menos lo esencial: los caramelos. A mí me era imposible acercarme al centro de Valencia a comprarlos y por suerte pude pedirle, en el último momento, cuando me acordé que me trajera unos pocos. ¡Menos mal! Que si no… La hice a “pedazos”, podríamos decir, pero aun así salió genial.

El sábado por la mañana empezábamos a las 10 y antes de irme me dejé lo caramelos pulverizados y la base de galletas montada. Cuando volví, por suerte no tan tarde como esperaba, aprovechando que mi madre no estaba todavía en casa (era una “sorpresa” y lo entrecomillo porque ya me diréis que tiene de sorpresa si compartimos nevera, jajaja) en un momento (literalmente) preparé la mouse y la gelatina y la terminé de montar. Era la primera vez que montaba nata y con las prisas me daba miedo, pero, por suerte, todo salió bien. A mí, he de confesar, no me gusta la nata montada (solo en helado, o, raramente, fresas con nata) ni su textura…y cuando empecé a probarla con los caramelos no me gustaba nada y pensaba que se iba a ir al traste, pero, al mezclarla con la leche y el queso, el sabor cambió espectacularmente para bien y me tranquilicé.
            Vayamos con la receta. Es una mezcla de varias que vi por ahí porque la que tenía guardada del periódico me parecía que tenía las cantidades muy grandes. Así que, a pesar de reducir, me dio para un molde de 24 cm que comen 10-12 personas y alguna más si los trozos no son enormes así que...
Para la base:
200gr de galletas (yo usé del tipo maría pero tengo claro que la próxima será con tipo digestive)
60 gr de mantequilla (yo diría que al gusto, hasta que veamos que queda toda la galleta unida)
2 o3 cucharadas soperas de leche (lo mismo que la mantequilla, dependerá de si os gusta la base más crujiente o más blandita.
Para la mousse:
 500 ml de nata para montar
200 gr de queso cremoso (Philadelphia  en mi caso que, en mi opinión, aporta un toque inmejorable a las preparaciones)
150 gr de caramelos de violetas
6 hojas de gelatina
 1/2 vaso de leche
Para la cobertura:
150 gr de agua
100 gr de caramelos de violetas
2 hojas de gelatina.

La preparación es más corta que escribir la receta, así que vayamos a ello:
1. Picamos las galletas a nuestro gusto y las mezclamos con la mantequilla derretida y la leche hasta que quede "compacto". Lo repartimos en la base de nuestro molde, a ser posible desmoldable, y lo apretamos para que quede una base bien firme. La dejamos reposando en la nevera.
2. Montamos la nata según las instrucciones del paquete y cuando esté casi montada añadiremos el azucar de violetas qeu habremos preparado previamente pulverizando con la picadora los caramelos. 
3. Hidratamos la  gelatina en agua, calentamos la leche y la disolvemos en ella. Apartamos del fuego y añadimos el queso crema removiedo hasta que no quede ningún grumo. Añadiremos esta mezcla a la nata cuando se temple un poco y removemos suavemente con unas varillas (yo lo hice de forma manual, muy suave y envolvente). 
4. Vertemos el contenido sobre la base de galleta y ¡a la nevera!
5. Para la cobertura hidrataremos las dos hojas de gelatina y, mientras tanto, pondremos a fuego no muy alto los caramelos con el agua. Una vez se hayan disuelto apartamos del fuego y añadimos la gelatina removiendo muy bien. Dejamos que se temple, que esté casi a temperatura ambiente ya que, de lo contrario, podría derretir la mouse, y lo repartimos sobre la tarta. 
6. Ahora solo queda dejarla enfriar por completo y, en unas 4 horas, estará lista para consumir. 

NOTA: lo mejor es dejarla reposar de un día para otro y comérsela muy fría. En caso de que sobre porque sois pocos en casa como en mi caso congela perfectamente, incluso diría que estaba mejor, con un sabor más acentuado a violetas tras la congelación.

Bueno, y aquí me despido de vosotros, espero que hasta pronto, porque, sinceramente, empiezo a echar de menos preparar cositas para el blog, hacer las fotos, pensar en qué receta puede ser más llamativa...

¡Salud y buen provecho!

P.D: mientras escribo estas líneas tengo mi nueva heladera en marcha preparando un helado light así que, supongo, ya imagináis sobre qué será el próximo post. =)

lunes, 23 de abril de 2012

Postre fácil de naranja


Hoy es el día del libro. Me recuerdo con un libro en la mano desde que tengo uso de razón, no sé pensar en mí sin un libro en el bolso, en la mochila, con unos cuantos libros amontonados en mi mesita de noche: a veces leo un capítulo de uno, otras, un cuento, me ayuda a conciliar el sueño y a reflexionar. Creo que en ese pequeño montoncito al lado de la cama siempre está El Principito y Cuentos para pensar. Podrían ser otros cuentos de autores más famosos, más literarios, pero para dormir... tampoco necesito más. 
Porque me encanta leer, el olor a libro nuevo, pero también a viejo, recrearme en una portada atractiva o simplemente tocar las páginas, no podía dejar hoy de hacer mi pequeño homenaje a esos compañeros de viaje que son para mí los libros. 
Además, la cocina puede llegar a ser un espacio muy "literario" (por llamarlo de algún modo) ya que la mayoría de recetas vienen en libros. Todos tenemos algún que otro manual de cocina: para microondas, olla a presión, muffins, el de Florinda Chico que trae todas las recetas que están ahora de moda pero con sus nombres ingleses traducidos al español (este último estaba por mi casa y no pude evitar echarle un vistazo: aunque no es nuevo trae recetas muy "modernas" y es toda una curiosidad), el Puchero de las monjas... junto a otros más sofisticados de las mejores pastelerías del mundo... La cocina, por tanto, también se nutre de las letras o ¿son las letras las que se nutren de la cocina? Recordemos libros Como agua para chocolate o Recetas y confidencias... que utilizan algunas recetas como pretexto o introducción a cada uno de sus capítulos. Así que...

¡FELIZ DÍA DEL LIBRO A TODOS!

Tras esta reflexión, vuelvo a lo que nos ocupa:
Lo que hoy os traigo es tan sencillo que no se podría calificar ni de receta. Se trata, más bien, de una idea para un postre o merienda rápida y que según la presentación será mas o menos completo y más o menos elegante.

Necesitaremos una naranja, miel y pasas. Pelaremos la naranja, la cortaremos en rodajas de 1- 1'5cm aproximádamente, lo colocamos de forma bonita (si queremos) en el plato y lo regamos (generosamente, muy generosamente en mi casa porque la miel me encanta) con miel. Añadimos pasas al gusto y a disfrutar de este postre o merienda tan secillo.

Sé que no es mucho lo que hoy os traigo, pero es más que nada una entrada exprés ya que queda poco más de un mes para los exámenes, la próxima semana tengo un congreso de varios días bastante intenso... voy a estar muy liada y no sé con qué frecuencia voy a poder actualizar, así que no quería dejar pasar hoy sin publicar ni desaparecer de la blogosfera sin avisar como otras veces he hecho.
 Recetas tengo hechas, y fotos también, pero tiempo para redactar las entradas no, así que, en cuanto tenga un ratito, me pasaré por aquí, pero menos que antes. Supongo que a mediados de junio retomaré la actividad habitual (una entrada a la semana que es lo que mejor me va) y tengo pensadas muchas cosas para el verano como alguna que otra entrada monográfica sobre alimentos, costumbres y tradiciones culinarias que me gustan... Parece pronto hablar del verano pero, siendo sinceros, empiezo a estudiar ya, este mes se me pasa volando y en una semana en junio despacho los exámenes. En cuanto estos terminen yo ya cojo prácticamente vacaciones y eso, aunque hasta el 21 (o 23 que siempre me lío con San Juan) siga siendo primavera, con el calor que hace aquí en Valencia, para mí ya es verano. 

¡Salud y buen provecho!

lunes, 16 de abril de 2012

Arroz al horno y algún que otro macaron...


                Esta semana os traigo una receta típicamente valenciana. A mí no me gusta la paella pero el arroz al horno me encanta (aunque a mi estómago no le guste tanto desgraciadamente…). Para mí es uno de los arroces más famosos de Valencia junto con la paella y la típica “olla xunta” o “arròs en fesols i naps”.
                Bueno y ahora a lo que vamos… ¡el arroz! Me diréis: ¡Arroz al horno en cazuela de metal?! Mal empezamos ¿no? Si ya variamos lo que estéticamente es más típico ¿qué haremos con el resto de la receta? Pero no creáis, sale riquísimo, incluso mejor que con la de barro ya que, desde hace unos cuantos años, y después de que casi siempre que hicieran arroz al horno es que quedara un poco pasado probaron y la diferencia fue abismal. Desde entonces utilizamos la cazuela de metal y no falla. 
                Este que os traigo es mi primer arroz al horno y estoy muy orgullosa de él porque quedó riquísimo, no esperaba que el primero saliera tan bueno. Ya sé que tampoco es un plato hipercomplicado con un millón de pasos y demás pero… cuando uno cocina algo que le gusta por primera vez y sale bien…
Bueno, y ahora vamos a los ingredientes para 5 personas:
  •  10 o 12 trocitos de costilla de cerdo (mejor si tienen más carne que grasa para mi gusto)
  •  2 morcillas (si están sequitas mejor)
  •   3 o 4 longanizas de magro
  •   1 morcilla de carne, botifarrones
  •   1 patata mediana
  •   1 tomate maduro
  •   1 bote pequeño de garbanzos cocidos
  •   1 cabeza de ajos (más o menos al gusto)
  •   Perejil
  •   Pimentón
  •   Tomate frito
  •   5 tazones de agua
  •   2 tazones y medio de arroz (unos 600-700gr) (sí, sé lo que estáis pensando, somos todos de buen comer, y si sobra supongo que para el día siguiente estará bueno, aunque no he tenido la experiencia)

Y la receta:
1.       Ponemos a calentar el agua con un poco de colorante alimentario y sal y precalentamos el horno al máximo.
2.       Freímos las costillas hasta que estén bien doraditas y reservamos. A continuación freímos el embutido cortado a trocitos (de unos 2 o 3 cm para aquellos a los que les gusta que los orienten) y reservamos sin tirar el aceite.
3.       En la cazuela ponemos el arroz, las costillas, el embutido y echamos una parte del aceite (casi todo si no hemos usado mucho para freir). Después un buen chorro de tomate frito y los garbanzos. Lo mezclamos y añadimos una cucharadita de pimentón dulce.
4.       Ahora pelamos la patata y la cortamos en rodajas de 1cm de grosor aproximadamente. Lo mismo con los tomates pero sin pelar.
5.       Vertemos sobre la cazuela el “caldo” que habremos preparado. Es mejor no ponerlo todo y si falta añadir que no pasarnos y que se nos pase el arroz.
6.       Repartimos de forma “bonita” las patatas y el tomate de forma que casi los cubra el caldo y ponemos una cabeza de ajo en el centro (en nuestro caso ponemos media poco más o menos) y también un poquito de perejil.
7.       Lo llevamos al horno y cocinamos durante unos 20 minutos, hasta que esté doradito por encima (para mí cuanto más seco y doradito ¡mejor!)

            Y ya tenemos listo un arroz rico, rico y con fundamento que diría Karlos Arguiñano, al que, por cierto, anoche vimos en el nuevo programa de Andreu Buenafuente junto a Juan Mari Arzak (que me encanta ver cómo explica sus “creaciones”) y Ferrán Adrià. Los tres juntos nos hicieron reír y fue muy interesante ver como 3 grandes cocineros se enfrentaban a una cata a ciegas (bueno, a Arzak le daba “yuyu” lo de las catas a ciegas así que estaba de pinche de Buenafuente): el primer plato era una magdalena de roquefort y el segundo un chupito de brócoli, mostaza y limón, que les fue imposible adivinar. Bueno, y después de este breve paréntesis televisivo, que me apetecía comentar porque nos hicieron pasar un buen rato y verlos más allá de la bata y el gorro de cocinero, me despido ya de vosotros por esta semana. No dudéis que aunque no actualizo mucho, a pesar de que ahora he cogido de nuevo el ritmo  post por semana, no dejo de pasarme por vuestros blogs/cocinas y de interesarme por vuestras creaciones.
                Solo me queda añadir que ayer hicimos macarons y… redoble de tambores, la banda del pueblo sonando… ¡me salieron bien! ¡Qué alegría! Y además los encontré deliciosos, nunca he probado uno, así que para mí un macaron será eso mientras no mejore la receta o no pruebe unos de pastelería.  
                He de reconocer que no me resultaron demasiado complicados aunque al principio me asustaban. Son más que nada un poco laboriosos y creo que en cuanto encuentre harina de almendra como tal probaré con distintos sabores, colores y rellenos. Estos los comimos con mermelada de fresa y de calabaza y con helado de caramelo que es como más buenos estaban: crujientes por fuera y fríos y cremosos por dentro. No son todo lo perfectos que podrían ser porque casi se queman y no estaban 100% hechos por dentro, por lo que algunos no se despegaron bien. No les he tomado fotos y ya casi no quedan, pero a la próxima prometo hacerles alguna...
                Como libro para esta semana os traigo algo tan sencillo, y tan profundo, como es El principito, libro por todos conocido pero no por todos leído que, creo, al menos, se debe ojear una vez en la vida. 

¡Salud y buen provecho!